sábado, 24 de noviembre de 2012

Culturilla de Graná...el Puente Romano que no lo es

En esta nueva sección contaremos de forma breve y entendible para todos, anécodotas, sitios de interés, y demás notas culturas de nuestra querida Granada. En definitiva se pretende que sea una sección en la que conozcamos curiosidades de nuestra cuidad, y en muchas casos, con un toque cofrade.

Comenzamos la sección hablando del que todos los granadinos suelen llamar "el Puente Romano". Este famoso puente, el más representativo de la ciudad, se construye sobre el Río Genil a su paso por los antiguos Sánchez, hoy reconvertido en pisos en cuyo bajo hay un conocido supermercado. Este lugar sirve de cruce entre las calles Poeta Manuel de Góngora, el Paseo de los Basilios y  el Paseo del Violón.


El Puente Romano, el que pasa sobre el río Genil casi en su intersección con el río Darro, no es romano. En realidad, es árabe y fue construido a mediados del siglo XII, aunque no se conoce su autor.
¿Por qué se le llama entonces romano? Quizá, porque algunos autores opinan que su construcción se hizo sobre los restos de un anterior puente de la época romana. Su estructura se apoya sobre cinco bóvedas de cañón, de siete metros de luz cada una. Dichas bóvedas están construidas en ladrillo como evidenció la restauración llevada a cabo por José Antonio Fernández Ordóñez, a mediados de los años 80.
Sin embargo, antes de aquello, el puente ya había experimentado varias reparaciones, desde la realizada en el siglo XIV por Ibn Al Jatib a la reforma de Juan Rueda de Alcántara en 1685, tras una gran riada. En siglos sucesivos, se siguieron llevando a cabo restauraciones, incluyendo varias en el siglo XX.
Pero el Puente estuvo a punto de convertirse en un simple recuerdo en 1963. En aquel año, una gran riada estuvo a punto de rebosarlo, por lo que los militares llegaron a colocarle cargas de dinamita para volarlo por si empeoraba la situación.
No hubo que llegar a tanto, de manera que el Puente Romano siguió ejerciendo como vía clave para el tráfico urbano de la ciudad. De hecho, en esta imagen de 1970 de Torres Molina se puede ver cómo los autobuses podían cruzarlo desde ambos sentidos al mismo tiempo
 
 
Sin embargo, ese mismo año, en el periódico Ideal se hablaba ya del inevitable futuro del Puente Romano

 
En el artículo, se hablaba de la necesidad de construir un nuevo puente, que debería ser oblicuo para respetar la confluencia del Genil y el Darro y no obstaculizar la corriente del agua, principalmente en caso de riadas. Sobre el Puente Romano, se decía que se había convertido en insuficiente para la circulación.
Pero de la intención a la acción hay un largo trecho, y de esto sabemos mucho en Granada, así que hubo que esperar a 1985 para que se construyese el nuevo puente que dejase al Romano para otros menesteres. Desgraciadamente la ciudad sigue esperando todavía infraestructuras vitales para su desarrollo y economía que no terminan de llegar ya sea por la ineptitud de sus gobernantes, por los de la Comunidad o el Estado o simplemente porque prefieren enzarzarse en discusiones de color político en lugar de beneficiar a sus ciudadanos. Volviendo a lo que nos ocupa, el inaugurado en 1985 será conocido como Puente del Cristo de la Expiración o Puente Blanco. Y esta es la foto de su inauguración, de González Molero 
 
 
Con ello, el Puente Romano pasó a ser peatonal, tras la restauración de la que se encargó Fernández Ordóñez, con la que se buscaba que esta estructura recuperase la imagen que ofrecía en grabados del siglo XVII.
Particularizando en lo que más nos gusta, la Semana Santa, las cofradías que vienen allén del río procedentes del barrio del Zaidín cruzan los adoquines de este puente para llegar a la Santa Iglesia Catedral y realizar Estación de Penitencia. Así lo harán las hermandades del Trabajo el Lunes Santo, la hermandad de la Lanzada el Martes, Salesianos el Jueves, Escolapios el Viernes y La Resurreción el Domingo.
 


Fuente: periódico Ideal

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