jueves, 2 de febrero de 2012

Hasta siempre, amigo

(Extraido del blog La Alacena de las Ideas de David Muriel)

Llevo oyendo unos días que nadie es imprescindible; pero estoy convencido que la gente habla a veces muy a la ligera. Si la expresión se refiere a que todos en un momento determinado podemos ser reemplazados por otra tercera persona, es cierto; si lo que alguien quiere negar es que cada uno de aquellos que un día pasaron por tu vida fueron evidentemente importantes y dejaron un poso en ti, se equivocan con una rotundidad que asusta.

Y luego, justo que acabo de enterarme que después de tanta lucha te has atrevido a dejarnos, lo primero que me ha golpeado en mi conciencia y subconsciencia (a la vez), es que nos dejas un valor desmedido y absoluto que nunca ya podríamos perder: las ganas de vivir. Y no puedo más que detestar a cuantos de manera vehemente atropellan el bien más preciado que cualquier persona tiene, porque tú has sido el mejor testimonio y la mejor exposición de la importancia de la vida.

Ahora estarás andando entre tonos blancos. Los de tu cuna, esa Güejar Sierra que vive al rebufo de la nieve y la del color níveo y puro de tu primera devoción. Estarás buscando el camino seguro al que te conduzca esa mano que en tu vida señaló los cómos y los porqués de tus días terrenos y que no desfallecerán ahora donde estás.

Pero ten en cuenta una cosa; aquí ya nos has dejado con colmo la mejor experiencia, el mejor ejemplo, el más firme propósito. Aquí nos quedamos “prescindidos” porque un poco imprescindible si has sido en cada uno de los que un día te llamamos hermano pero al abrigo de la tranquilidad, porque no caerá en saco roto tu lección de lucha, once años desmedidos de lucha y ni una concesión al llanto, a la abulia o a la desesperanza.

Y desgraciadamente, amigo, te vas sin algo que te mereciste sobradamente, con tus defectos y con tus virtudes, con tus equívocos y con tus habilidades y tinos... El reconocimiento de la institución que tanto quisiste, a la que tanto diste y que habrá de estar eternamente en deuda contigo. Hoy sí se va un poco de Resurrección y Triunfo a esa Granada de los cielos de la que ya formas parte, con voz y voto, de su eterna Asamblea de Hermanos Mayores Honorarios. Lo que ahora venga, no tendrá ni sentido ni habrá de ser recibido. Porque tiempo hubo.

Yo sí creo que hay gente imprescindible. Y la suerte es que desde el seno de la Hermandad que fuiste predicando, ya se nos anuncia que la tuya es una muerte hacia la vida, por lo que cuesta menos la despedida, pero nunca habrá un olvido; no al menos para este amigo tuyo, lejano y demasiado joven, de aquella Cuaresma del año 2000, que siempre lo fue y lo sintió.

No sabes bien qué duele decirte esto... ¡A un luchador de tu tamaño se lo voy a contar! Pero dejará largo consuelo tu memoria. Descansa en paz José Paniza Fernández. Y parafraseando a San Agustín de Hipona, “no nos entristece tu pérdida, porque hoy sólo puede alegrarnos haberte conocido un día”.

Hasta siempre, Pepe. Eterno e incombustible Pepe Paniza.

No hay comentarios: