Nuestra Señora de la Luz representa la devoción de un barrio, la Virgen que recibe las súplicas de decenas de devotos y devotas cada dia, la que arrastra al Zaidín cada Lunes Santo; Nuestra Señora de la Salud es la que ilumina mis ojos y los de otros muchos corazones salesianos, pero qué más da...
Que más da, si son la misma, si es María, si es la Virgen a la que de chicos nos enseñaron a rezar, a pedir y a darle a gracias. Si solo hay una aunque a cada cual le sea más cercano imaginársela con una carita y con un nombre especial al que llamarla.
Después de tantos años viendo procesiones, viviendo momentos cofrades dentro y fuera de los pasos nunca había sentido lo que sentí en la mañana de ayer sábado.
Contemplar el palio de la Luz arriado en la interseccion de la Calle Palencia con la Avenida de Dílar mientras la Salud llegaba desde la Avenida de Cádiz fue para mí sin duda, el momento de la Magna y quizás el momento cofrade de mi vida. Aunque imaginaba que sería algo precioso y único nunca pensé que me emocionaría de tal manera. Dos palios, dos advocaciones, dos hermandades, aunque faltaba la Caridad y un barrio rezando el Ave María ante sus imagánes, ante Ella, María Reina del Zaidín, Reina de Granada.
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